UN AMOR, Sara Mesa, 2020

Sara Mesa (1976) nos ha traído este otoño su última novela, siendo así ya cuatro las publicadas por la editorial Anagrama: Cuatro por cuatro (2012), Cicatriz (2015), y Cara de pan (2018). Continúa así la autora trabajando la novela corta, de pocos personajes y basando de nuevo el grueso de su argumento en las relaciones interpersonales.

Portada de la primera edición en Anagrama

No quisiera desvelar demasiado la trama, pero digamos que todo empieza cuando Nat, la protagonista, se instala en la aldea de La Escapa para realizar un solitario trabajo como traductora. Poco a poco comenzará a relacionarse con sus nuevos vecinos, lo que sirve a la autora para ir mostrando todo un abanico de diferentes personalidades y relaciones que irán entrando más o menos en conflicto. Quienes se hayan adentrado en cualquiera de las anteriores novelas reconocerán enseguida ciertos lugares comunes en la narrativa de la autora, tales como las protagonistas solitarias, casi marginales. De este modo, el personaje de Nat y sus secundarios aparecen, como es costumbre, excelentemente caracterizados, muy bien desarrollados. Además, como siempre, se desenvuelven en un ambiente que pronto se torna enrarecido, extraño, con el que siempre entran en pugna de algún modo. Si por algo destaca Mesa es por su capacidad de retorcer las relaciones humanas al máximo, buscando siempre nuevas perspectivas, huyendo de cualquier relación estereotipada y poniendo en jaque nuestra moral. La realidad representada aparece como volátil en ocasiones, y nos lleva a reflexionar de la mano de Nat sobre la complejidad de las relaciones personales, centrándose en temas como el de la incomunicación, el deseo, o cierta violencia sexual que va más allá de la meramente física. En este sentido, tendrá que ser el lector quien averigüe la relación del título con la argumento, no tan evidente como a priori pudiera parecer.

Es innegable que la autora tiene un gran dominio de la prosa, y su fuerza narrativa consigue recrear el pequeño microcosmos de La Escapa de forma veraz, logrando mantener la tensión a lo largo de las páginas. Para ello muchas veces prefiere sugerir, más que decir, y consigue generar una violencia entre los personajes que va más allá de la que se explicita, quizás lo más difícil en la construcción novelesca. En esta ocasión existe una fuerte presencia del paisaje, algo que, de nuevo, tiene concomitancias con las otras novelas de la autora, quien suele «encerrar» a sus protagonistas. Si en Cuatro por cuatro el escenario era un internado, o en Cara de pan un parque, en Un amor son la pequeña aldea de La Escapa y sus alrededores los lugares donde se desarrollan todos los pequeños acontecimientos que componen la trama. Nat se desnudará allí ante nosotros, mostrando sus luces y sus sombras en una naturaleza y ambiente no especialmente halagüeños. Este protagonismo del paisaje, en su interrelación con la protagonista, va más allá de lo simbólico, como muestran estas líneas, en una cita muy significativa para el significado de la obra: «hasta una vulgar víbora tiene derechos de preferencia sobre el terreno. En cambio, ella, pase el tiempo que pase, nunca va a dejar de ser una intrusa» (p. 59).

Sara Mesa

Con un cierre quizás menos redondo que el de las anteriores, el lector disfrutará igualmente con esta nueva obra de Sara Mesa, como quien esto firma. Tiene otra vez el mérito de llevar a un nuevo estadio las relaciones personales, y eso siempre es loable. Aunque quizás no supera a las otras obras de la autora, el pequeño viaje a La Escapa merece la pena.

@PabloEp4

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar